Educación pública y Universidad Nacional

Emilio Uranga, Columna «Examen», La prensa, 22 de marzo de 1963, p. 8.

*Tomado de la Hemeroteca Nacional de México

Me ha extrañado que personas cercanas al rector de la Universidad, doctor Ignacio Chávez, hayan esgrimido como argumento en contra del Secretario de Educación, doctor Jaime Torres Bodet, la edad de ambos funcionarios. Para estos panegiristas ignorantes de ciertos detalles de las actas civiles, Jaime es un “ancianito” nada respetable a su parecer, y el rector, es un “jovencito” que debe inyectar su brío de embrión de pollo en la pirámide de la educación desde la base hasta la cúspide.

El “ancianito” Jaime Torres Bodet nació el 17 de abril de 1902, o sea que no cumple todavía los 61 años. El “jovencito” Ignacio Chávez nació el 31 de enero de 1897, osea que hacumplido ya sus 66 años y no pertenece por su hora de advenimiento, a nuestro siglo. Se trata, pues, de dos hombres de siglos diferentes, el XX y el XIX, y las fechas nos permiten concluir con toda certidumbre que si lo que cuenta en este alboroto son las edades, es don Jaime el Joven y don Ignacio el Viejo. Que los apologistas del rector magnífico no se hayan tomado el trabajo de verificar estos datos, da a entender a las claras que su causa pasa por encima de las evidencias más elementales.

¿Qué puede hacer un hombre como el doctor Ignacio Chávez con 66 años sobre el corazón? Respondamos con una iniciativa del propio rector a esta impertinente pregunta. Ignacio Chávez es miembro de El Colegio Nacional y nada se le ocurrió mejor que modificar los estatutos de esta institución en el sentido de que un mexicano de probada sabiduría, si tuviera la mala suerte de haber rebasado los 65 años, no sería ya aceptable en ese convivio de selectos.

Supongo que esta modificación se hizo hace mucho, pues de lo contrario el rector, con sus 66 años, estaría inhabilitado para  sentarse en ese cenáculo de la cultura mexicana mientras que don Jaime todavía tendría cuatro largos años antes de que lo alcanzara la guillotina de tan extraño concepto. El doctor Ignacio Chávez hubiera vetado el ingreso al Colegio Nacional del filósofo Bertrand Russell, que ya pasa de los noventa, y no por la razón obvia de que su nacionalidad es inglesa y no mexicana, y de que su cultura es pacifista y no “militarizada” o sectaria, sino simple y llanamente porque pasa de los 65. Es extraño que este nuestro rector considere que el despliegue intelectual se acaba a los 65 años, y al haber superado en edad estos años, amargas experiencias le habrán dictado la conveniencia en su caso de tal medida restrictiva

Lo cierto es que la iniciativa de Ignacio Chávez en el Colegio Nacional impidió el ingreso de don Luis Cabrera y de don Manuel Gamio, hablando de los finados, y es una barrera irracional que elimina como candidatos a Isidro Fabela, Martín Luis Guzmán y al padre Ángel María Garibay. ¿Qué servicio pretende rendir a México invocando criterios tan peregrinos?, ¿qué ofensa se le quiere inferir a la energía creadora de mexicanos que, como los que acabo de citar, siguen produciendo si asignarse límites ficticios como los que se señala, o mejor señala para los otros el doctor Ignacio Chávez?  

Termino diciendo con Pablo Neruda, que “yo sé que el viejo joven transitorio de pluma, como un cisne encuadernado, desecuaderna su dolor notorio” por mi artículo reivindicatorio de la menor edad de Jaime Torres Bodet. Pero estoy tan acostumbrado a sus “berrinches” que uno más me regocijía antes que dolerme. Aunque nunca he sido afecto, debo ser sincero, a las evidencias inferidas de actas civiles de nacimiento, matrimonio, divorcio y fallecimiento.

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